El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se reúne con los responsables de Seguridad y Defensa para analizar los escenarios
“Que Irán nos ataque ya y nosotros luego respondemos y así se acaba esta ansiedad”, comenta la israelí Sima Cohen mientras hace las compras de Shabat en el Centro Azrieli en Tel Aviv ante la cascada de promesas de represalia de Teherán que han provocado estrés en un país en tensa espera ante el inminente ataque de su gran enemigo. Irán, que ya ha conseguido aumentar la inquietud en Israel, duda sobre el tipo de respuesta debido en parte a los mensajes de Estados Unidos.
“Don’t (no lo hagan). Estamos comprometidos con la defensa de Israel. Ayudaremos a defender a Israel e Irán no tendrá éxito”, ha afirmado el presidente estadounidense Joe Biden. Preguntado esta noche sobre cuán inminente es el ataque iraní, ha contestado que sin querer revelar información sobre seguridad cree que será “más pronto que tarde”.
Tanto la ciudadana Cohen en la calle como la Inteligencia estadounidense o la cúpula de Israel reunida este viernes dan por hecho que Irán responderá a la muerte de siete oficiales de la Guardia Revolucionaria en un ataque aéreo israelí en Damasco el pasado 1 de abril. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, el ministro de Defensa, Yoav Gallant, el ministro Benny Gantz y responsables de los organismos de seguridad trataron no solo de la ofensiva en el sur (contra Hamas en la Franja de Gaza) y en el norte (intercambio de ataques con Hizbulá) sino especialmente sobre las posibilidades de la represalia iraní y la respuesta a la represalia con escenarios de diferente gravedad que van desde la continuidad de la tensa situación de amenazas mutuas a la primera guerra abierta y frontal entre Israel e Irán tras su largo duelo indirecto y en la sombra.
“Durante años, y más aún durante la guerra (con Hamas), Irán ha estado financiando, dirigiendo y armando a sus proxies en Líbano, Gaza, Siria, Irak y Yemen para atacar a Israel y a otros países de la región y no sólo de la región”, denuncia el portavoz del Ejército, Daniel Hagari. Preguntado por un posible ataque desde territorio iraní en respuesta al bombardeo del que Israel no asumió la autoría, contestó que “sería una prueba clara de las intenciones de Irán de escalar la situación en Oriente Próximo y dejar de esconderse detrás de sus proxies”.
El ministro de Exteriores iraní, Hosein Amirabdolahian, por su parte, ha dejado entrever a sus homólogos de Australia, Gran Bretaña y Alemania que habrá reacción pero de forma limitada. “Irán no busca una escalada de hostilidad, pero la vuelta de una seguridad sostenible a la sensible región de Asia Occidental está ligado a controlar a los líderes belicistas y trastornados del régimen sionista y al cese viable de los crímenes de guerra de este régimen en Gaza y Cisjordania”, escribió en la red X.
A medida que pasan los días, Irán parece más obligado a golpear a su enemigo tras los golpes recibidos por la Guardia Revolucionaria en la región. Obligado no solo por el ataque israelí que mató entre otros al jefe de Al Quds en Siria y Líbano, el general de brigada Mohamed Reza Zahedi, y su número dos, Haji Rahimi, sino porque la intensidad y el eco de las promesas de venganza no le dejan otra opción ante los suyos y el resto de la región. Mientras el líder supremo, el Ayatolá Ali Jamenei aseguró que “el régimen del mal cometió un error y debe ser castigado, y lo será”, el jefe del Estado Mayor del Ejército, Mohamed Bagheri prometió un “daño máximo al enemigo de una forma que se arrepienta de su acción”.
¿De qué forma? Desde la noche del 1 de abril cuando fueron informados de la identidad de los muertos por los misiles israelíes contra un edificio adjunto a su embajada en Damasco, Jamenei y la Guardia Revolucionaria estudian varias opciones. El ataque desde su propio territorio, impensable hace unos meses, provocaría seguramente la respuesta israelí también directa contra Irán con todo lo que ello significa. La otra posibilidad, más probable, es determinar el arsenal a emplear (drones explosivos, proyectiles y misiles) pero dejar que sean las milicias afines en la zona las que lleven a cabo la acción. Esta opción permitiría a Irán no estar involucrada de forma directa en la guerra que mantienen dos de sus principales protegidos (Hamas desde Gaza y Hizbulá desde Líbano) y evitar que Israel aproveche la coyuntura para golpear sus instalaciones militares y quizá también las relacionadas con el plan nuclear. La tercera posibilidad citada estos días es atentar contra una embajada de Israel en el mundo.
Al recomendar a sus ciudadanos no viajar a Irán, Líbano, Israel y territorios palestinos en los próximos días “ante los riesgos de una escalada militar en Oriente Próximo”, Francia reflejó este viernes el temor creciente en la comunidad internacional a un deterioro de la situación en una zona ya convulsa desde el pasado 7 de octubre.
Al igual que otros países, Francia también envió mensajes a Irán para pedir “contención” y evitar una guerra con Israel. EE.UU le avisó, con declaraciones y mensajes a través de países terceros, que apoyarán a Israel ante un eventual ataque. Nadie duda que lo hará a nivel defensivo cooperando con el amplio sistema antiaéreo israelí en máxima alerta para detectar misiles balísticos, proyectiles o drones explosivos. La gran pregunta, que depende de la dimensión del ataque iraní, es si EE.UU participará en la represalia israelí. De momento, no solo refuerza sus capacidades en la región sino que lo ha hecho público en otro mensaje de disuasión.
El pasado jueves, Biden quiso dejar claro que una cosa es mostrar en las últimas semanas su desacuerdo con Netanyahu en lo que respecta a la guerra en la Franja de Gaza (especialmente en el factor humanitario y el día después) y otra muy distinta que su gran aliado en la región sea atacada por Irán. “El compromiso con la seguridad de Israel contra estas amenazas de Irán y sus representantes es férreo”, declaró Biden horas antes que el jefe del Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM, en inglés), el general Michael “Erik” Kurilla bajara al búnker de la sala de mando en la sede del Ejército en Tel Aviv para supervisar la cooperación ante el inminente ataque del enemigo común. Más allá de las reuniones con Gallant y con los jefes militares, Kurilla visitó este viernes una base de la Fuerza Aérea que es la responsable de la defensa y ataque de Israel.