Los organismos de DDHH exigieron una Ley anti negacionista y llamaron a resistir el avance de la derecha. La Plaza de Mayo volvió a latir al ritmo de la militancia. Después de la provocación ejecutada en horas de la mañana por el Gobierno de Javier Milei -con la difusión de un minidocumental negacionista y reivindicatorio de la represión durante el último golpe de Estado-, los organismos de Derechos Humanos desarrollaron su acto en el marco del Día de la Memoria y pusieron una vez más en agenda la necesidad de una “Ley anti negacionista”. Se trató del primero de los dos actos que se desarrollaron frente a la Casa Rosada. Frente a miles de personas, Estela de Carlotto, Taty Almeida y Adolfo Pérez Esquivel leyeron el comunicado apoyado por las organizaciones de Derechos Humanos y sindicatos. “La memoria tiene mucho que ver con el presente y tiene más aún que ver con el pendiente”, declaró la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo en la previa del acto, anticipando la agenda del documento que incluyó ajes centrales de la actualidad como los despidos en el Estado, el feroz ajuste a todos los ciudadanos, la falta de alimentos en los comedores, la crítica situación de los jubilados y el regreso de las políticas represivas de Patricia Bullrich. A continuación, el documento completo que Estela, Taty y Pérez Esquivel leyeron en la Plaza A 48 años del golpe genocida volvemos a reunirnos en la Plaza de Mayo y todas las plazas del país. Llegamos hasta acá, como siempre, para gritar bien fuerte: ¡SON 30.000! ¡ESTÁN PRESENTES! ¡FUE GENOCIDIO! ¡Y ESTE PUEBLO YA DIJO NUNCA MÁS! Hoy es una jornada histórica, con movilizaciones masivas, y es una demostración de que el Pueblo está de pie frente a este gobierno neofascista. Necesitamos fortalecer la unidad y la organización para defender la democracia. Nuestros familiares, compañeros y compañeras luchaban por una sociedad más justa, igualitaria, solidaria y soberana. Por eso se los llevaron. Las mismas banderas tomamos los organismos de derechos humanos en pleno genocidio, cuando salimos a enfrentar a la dictadura más sangrienta. Y así lo hacemos hoy, porque el gobierno de Milei viene por todo: por nuestros derechos, por nuestra soberanía y por nuestra libertad. Hace 48 años, los genocidas, militares y civiles tomaron el poder en la Argentina para imponer, con el terrorismo de Estado, la concentración de la riqueza en pocas manos, la profundización de la desigualdad social y con ella la miseria planificada, como denunció Rodolfo Walsh. Las mismas corporaciones que se beneficiaron entonces, son las que vuelven a hacerlo hoy, con la misma receta neoliberal y la misma crueldad y desprecio por el pueblo argentino. El 24 de marzo de 1976 se instaló el terror en nuestra Patria, en el marco del Plan Cóndor, la estrategia de coordinación de las dictaduras del Cono Sur, con el apoyo de Estados Unidos. Antes, la organización terrorista parapolicial conocida como la Triple A ya había desatado una cacería de militantes, y por sus crímenes seguimos reclamando Juicio y Castigo. Esta represión incluyó a hombres y mujeres de diferentes credos que no disociaron su fe del compromiso con el pueblo. Uno de ellos fue el Padre Carlos Mugica, a quien recordamos a 50 años de su martirio. Su causa perdura en estos tiempos de injusticia social. Aquí, en nuestro suelo, la dictadura cívico-militar sistematizó la persecución política, las torturas, los asesinatos, las desapariciones forzadas y los centros clandestinos de detención y exterminio. La construcción del enemigo interno fue el paso previo a la masacre. El sector financiero y agroexportador, junto con las Fuerzas Armadas y de Seguridad, con el respaldo de la Iglesia, la corporación judicial y el aparato mediático, fueron sus responsables, no sólo de ejecutar el plan represivo, sino también de la destrucción de la industria, del Estado de bienestar y la entrega de soberanía. El neoliberalismo salvaje que impulsaban sólo podía imponerse quebrando la enorme organización social alcanzada, por eso desplegaron una feroz represión contra trabajadores, estudiantes, militantes y campesinos, generando terror en toda la sociedad, para despojar de derechos, disciplinar y empobrecer a las mayorías populares. Tras la recuperación de la democracia, y con los hitos claves del gobierno de Alfonsín, como el Informe Nunca Más de la Conadep y el Juicio a las Juntas Militares, vivimos en un permanente enfrentamiento entre dos modelos de país. El neoliberal, encarnado por Menem y De La Rúa en los años 90, que profundizó la política económica de la dictadura y que terminó en la rebelión y la represión del 2001, cuando el pueblo dijo basta y salió a las calles a defender su dignidad. Y fue nuestro pueblo, también, el que sufrió los 39 asesinados por las Fuerzas de Seguridad, mientras los artífices del desastre continuaron impunes. Los proyectos transformadores que surgieron del 2001 tuvieron que ver con la organización popular, la movilización y las asambleas, las fábricas recuperadas, el movimiento de desocupados, y un modelo nacional y popular con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner de ampliación de derechos que, sin embargo, no pudo consolidarse de manera sostenida. Después, con Macri volvieron el neoliberalismo, el endeudamiento y el FMI. Sus responsables aún siguen impunes y muchos integran el actual gobierno o son sus socios. El mismo plan económico es el que hoy ejecuta el gobierno de Milei y Villarruel, que empuja a la pobreza y al sufrimiento a la mayoría del pueblo. Argentina no es su Patria. Para ellos, la única Patria que existe es la patria financiera. Un día como hoy, hace 20 años, Néstor Kirchner ordenó bajar los cuadros de los genocidas en el Colegio Militar y luego, en la ESMA, dijo una frase que quedó grabada en el corazón del pueblo argentino: “Vengo a pedir perdón en nombre del Estado Nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia por tantas atrocidades”. Con la nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida se reiniciaron los juicios a los genocidas en los tribunales ordinarios, con todas las