ANGUSTIA, DESESPERACIÓN Y OÍDOS SORDOS DE UN GOBIERNO MENTIROSO, DAÑINO, SAQUEADOR Y POR DEMÁS DE CRUEL CON SU PUEBLO

Los argentinos que no son parte de “la casta” están sufriendo. Y nadie del Gobierno libertario lo ve. Enceguecidos por su hambre de poder y por ganar la disputa del DNU con los gobernadores y legisladores, entre otros asuntos, pasan de largo el sufrimiento de millones de familias que cada día tienen menos acceso a la alimentación, la vivienda y la salud. Tres de los pilares elementales para tener una calidad de vida digna.

El universo de preocupaciones de Javier Milei está claramente circunscripto al cuidado de su jauría, la publicación de verborrágicas declaraciones vía redes sociales, su puja interna con la vicepresidenta Victoria Villarruel y el intento de imponer medidas políticas que no hacen más que acentuar la crisis socioeconómica.

Por ejemplo, nunca antes en la historia argentina los adultos mayores tuvieron que resignarse a soportar el padecimiento de sus enfermedades por no poder acceder a medicación y cobertura. Con precios exorbitantes y haberes humillantes, parece que al Gobierno le resultara indiferente dejarlos abandonados, librados al azar y a las fuerzas del destino.

En el mismo escenario catastrófico, millones de ciudadanos que no tienen otro recurso que alquilar una vivienda, se están convirtiendo en los nuevos “homeless” de la sociedad argentina. En un mercado completamente desregulado, los propietarios tienen vía libre para fijar precios y condiciones disparatadas, a lo que se suman las actualizaciones constantes según el índice de inflación de los valores fijados al inicio del contrato. Un panorama imposible de afrontar con las paritarias bloqueadas por el Gobierno, con salarios promedio que no alcanzan a cubrir la canasta familiar.

Aún así, desde Casa Rosada siguen enfocados en la liberación desenfrenada de precios de combustibles, alimentos y tarifas. Porque la ideología, para ellos, se antepone al bienestar común de la población, que atraviesa una situación crítica. El desempleo crece proporcionalmente a la omisión de la obra pública y el cierre de pymes, provocado por la caída del consumo y los impuestazos.

Una familia tipo necesita actualmente un ingreso de 700 mil pesos para mantenerse en la línea básica de la clase media. Empobrecimiento y desesperación van juntos en este “parque de diversiones” libertario en el que la palanca está manejada por un ser humano sin límites ni la más mínima sensibilidad, excepto por sus mascotas.

En este contexto de violento ajuste, el dibujo de la inflación señalada por el INDEC es otra burla descarada. En las góndolas, los precios no dejan de subir al ritmo de la remarcación diaria, con lo cual los supermercados apelan a las promociones para evitar una mayor caída del consumo. Pero el Gobierno sigue firme en su postura de seguir asfixiando al consumidor, cuestionando las únicas opciones que le permiten a la gente seguir comiendo.

En cuanto a los sectores sociales más vulnerables, están sufriendo el recorte a los comedores, agravando la situación de hambre en el país, lo que tendrá un impacto más que lamentable en las generaciones venideras, especialmente en lo que respecta a salud y posibilidades de recibir educación.

Este futuro aterrador está ahora en manos de un Gobierno que no escucha, que sigue con anteojeras intentando justificar todas sus acciones bajo la falacia de una “libertad” mentirosa, con la cual solo se favorece un grupo selecto de poderosos y enriquecidos.

Mientras tanto, se produjo un nuevo retroceso legislativo del mega DNU que simboliza la motosierra de Milei, que ahora deberá tratarse en Diputados, tras el contundente rechazo en el Senado, hecho que obligó al presidente Milei a rediagramar su propuesta a los fines de salir victorioso en esta pulseada que se desarrolla dentro del Congreso, y que sigue teniendo al pueblo como rehén.

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