En enero el superávit fiscal fue de $ 2 billones, los intereses de deuda pagados de $ 1,5 billones y el superávit financiero $ 0,5 billones. Entre las principales razones que explican este comportamiento se encuentra la abrupta caída del gasto público.
En enero el superávit fiscal fue de $ 2 billones, los intereses de deuda pagados de $ 1,5 billones y el superávit financiero $ 0,5 billones. Entre las principales razones que explican este comportamiento se encuentra la abrupta caída del gasto público. Según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) en el primer mes del año los ingresos crecieron mínimamente 0,7%, principalmente por los impuestos al comercio exterior que se beneficiaron por la devaluación y los cambios regulatorios (suba del impuesto país). En este sentido, los gastos se desplomaron, cayendo casi 40%, especialmente como resultado de reducciones en las prestaciones sociales, subsidios y obra pública. Los subsidios económicos a energía y transporte, en tanto, cayeron 64% real y el gasto de capital – que incluye obra pública-, hizo lo propio en 86%. En el caso de energía, dado que el informe se realiza sobre la información en base caja, el hecho de que CAMMESA no haya pagado la mayor parte de los subsidios, se vio reflejado en que sus gastos de redujeran a su mínimo histórico (en torno al 20% del costo). De los $50 mil de costo real se pagaron sólo $11 mil, que en 11.182.000 MWh implican unos $436 mil millones. Esto monto es levemente inferior al superávit financiero. “Dicho de otro modo, si la decisión hubiese sido no atrasar el pago, prácticamente no habría habido superávit”, destacaron desde CEPA. El gasto en jubilaciones y pensiones fue equivalente al pago de intereses de deuda, en torno a $1,4 billones. Los intereses de deuda se incrementaron +26% real, y el gasto en jubilaciones y pensiones se redujo -38% real, enero contra enero. En conclusión, para el organismo, “el superávit finalmente fue mayor al esperado explicado por la ausencia de gestión del Estado, el congelamiento en las partidas de gasto, el no pago de los subsidios de energía y la licuación de las partidas vinculadas a prestaciones sociales”. En relación al FMI, la meta fiscal fue modificada y se estableció en un superávit de $960 mil millones para el mes de marzo. Por ende, con el superávit de $2 billones en enero, y con la continuidad de esta política de ajuste fiscal y licuación, luciría cumplible. Dependerá de la viabilidad política y social de la política. |